miércoles, 1 de diciembre de 2010

La Navidad Nos Hace Mas Humanos.

La navidad hace florecer nuestros mejores sentimientos, dicen los anuncios, pero entonces ¿por qué está todo el mundo en los supermercados? ¿venden allí los sentimientos?



¿Consumimos luego existimos?
"Consumimos luego existimos", esto es lo que la economía de mercado, la publicidad, los escaparates... quieren hacernos creer, especialmente en Navidad y, sin darnos cuenta, much@s de nosotr@s nos metemos en plena vorágine de compras y gastos compulsivos.
La verdad es que ayuda mucho que tengamos que ver y oír -televisión, radio, prensa, vallas publicitarias- que tal colonia nos hace más sexis, que en tal gran almacén se encuentra el espíritu de la Navidad con renos incluidos, que tal juguete hará que nuestros hij@s estén más entretenid@s, aunque luego el trasto en cuestión dure cinco minutos y aunque no les haga ni más solidari@s ni más libres. También ayuda que este machaqueo publicitario sea cada año más insistente y frenético.
¿Está mal que gastemos unos euros en turrones, regalos y fiestas? Personalmente opino que no hay problema en comprar turrón, hacer un regalo a las personas que queremos y darnos de vez en cuando un homenaje. El problema es que cuando salimos de expedición a comprar todo lo que se nos pone por delante no hacemos otra cosa que dar alas a esta economía de mercado en la que, por desgracia, nos ha tocado vivir.
Esta economía nos necesita como consumidores permanentes y, en ocasiones, exasperados. ¿Realmente necesitamos todo lo que compramos? ¿Realmente tal cantidad de objetos adquiridos nos hace sentirnos mejor y hacemos sentir mejor a las otras personas? Y otra pregunta que dejo caer: ¿pensamos alguna vez en quién ha hecho ese producto y en qué condiciones?
¿Nos hemos planteado que años atrás vivíamos con un par de pares de zapatos -por poner un ejemplo- y que de niñ@s nos regalaban ese juguete de madera que nos dura y dura y que no tenía porque ser de tal o cual marca? ¿Es que nuestros sueldos han subido tanto como para tener ahora veintidós pares de zapatos y juguetes que van sólo si les pones la pila cada dos días? Evidentemente no. Entonces, o bien comprar todo lo que se nos pone por delante nos supone un esfuerzo absurdo e inútil o bien los podemos adquirir porque los costes de producción han bajado y lo han hecho a costa de los sueldos y de las condiciones de quienes están siendo explotad@s para hacerlos, aquí y, sobre todo, en países donde l@s explotad@s -para nuestro mayor consumo- son incluso niñas y niños.
Además, tampoco pensamos en que este ritmo de consumo no lo va a poder seguir soportando nuestro planeta mucho más tiempo, simplemente porque no es sostenible y los recursos no son ilimitados y, claro, la riqueza no está igualmente repartida.
Por ello, el hecho de seguir siendo esclav@s de esta economía de mercado, que cada vez más nos empuja a consumir irresponsable e impulsivamente, nos convierte en copartícipes de la esquilmación del planeta, hace que para que nosotr@s tengamos tantas cosas haya gente que cada vez tenga menos y en peores condiciones y además seguimos sosteniendo este sistema injusto e inhumano. Para evitarlo -y podemos hacerlo- se hace necesario un descenso general del nivel de consumo en nuestra sociedad privilegiada y un mayor reparto de la riqueza. Si consumimos menos y de una forma crítica le estaremos plantando cara al sistema mismo, favoreceremos el reparto de bienes -ya que los recursos del planeta son limitados- y nos haremos cada vez más libres rompiendo con las cadenas del consumismo. Es un buen momento para empezar a realizar un consumo responsable y en absoluto despilfarrador, para exigir el derecho y aplicarnos el deber de ser informad@s e informarnos bajo qué condiciones se elaboran los productos que compramos. Y para apostar por un consumo que distinga entre las necesidades reales y las que nos imponen -y a veces nos imponemos-. ¿Por qué no empezar ya?

Fuente:
 Artículo extraído del Periódico \"rojo y negro\"
editado por CGT. Nº 151, ene. 2003

(Extraido de : ConsumeHastaMorir.org)

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