sábado, 9 de abril de 2011

Un Elefante Ocupa Mucho Espacio

Que un elefante ocupa mucho espacio lo sabemos todos. Pero que Víctor, un elefante de circo, se decidió una vez a pensar “en elefante”, esto es, a tener una idea tan enorme como su cuerpo... ah... eso algunos no lo saben, y por eso se los cuento. Verano. Los domadores dormían en sus carromatos, alineados a un costado de la gran carpa. Los animales velaban desconcertados. No era para menos: cinco minutos antes, el loro había volado de jaula en jaula comunicándoles la inquietante noticia. El elefante había declarado huelga general y proponía que ninguno actuara en la función del día siguiente.

-¿Te has vuelto loco, Víctor?- le preguntó el león, asomando el hocico por entre los barrotes de su jaula-. ¿Cómo te atreves a ordenar algo semejante sin haberme consultado? ¡El rey de los animales soy yo!

La risita del elefante se desparramó como papel picado en la oscuridad de la noche: -Ja. El rey de los animales es el hombre, compañero. Y sobre todo aquí, tan lejos de nuestras anchas selvas...

-¿De qué te quejas, Víctor? -interrumpió un osito, gritando desde su encierro-. ¿No son acaso los hombres los que nos dan techo y comida?

-Tú has nacido bajo la lona del circo... -le contestó Víctor dulcemente-. La esposa del domador te crió con mamadera... Solamente conoces el país de los hombres y no puedes entender, aún, la alegría de la libertad...

-¿Se puede saber para qué hacemos huelga? -gruñó la foca, coleteando nerviosa de aquí para allá.

-¡Al fin una buena pregunta! -exclamó Víctor entusiasmado, y ahí nomás les explicó a sus compañeros que ellos eran presos... que trabajaban para que el dueño del circo se llenará los bolsillos de dinero... que eran obligados a ejecutar ridículas pruebas para divertir a la gente... que se los forzaba a imitar a los hombres... que no debían soportar más humillaciones y que patatín y que patatán. (Y que patatín fue el consejo de hacer entender a los hombres que los animales querían volver a ser libres... Y que patatán fue la orden de huelga general...)

-Bah... pamplinas... -se burló el león-. ¿Cómo piensas comunicarte con los hombres? ¿Acaso alguno de nosotros habla su idioma?

-Sí -aseguró Víctor-. El loro será nuestro intérprete -y enroscando la trompa en los barrotes de su jaula, los dobló sin dificultad y salió afuera. En seguida, abrió una tras otra las jaulas de sus compañeros. Al rato todos retozaban en los carromatos. ¡Hasta el león! Los primeros rayos de sol picaban como abejas zumbadoras sobre las pieles de los animales cuando el dueño del circo se desperezó ante la ventana de su casa rodante. El calor parecía cortar el aire en infinidad de líneas anaranjadas... (Los animales nunca supieron si fue por eso que el dueño del circo pidió socorro y después se desmayó, apenas pisó el césped...) De inmediato los domadores aparecieron en su auxilio:

-¡Los animales están sueltos! -gritaron a coro, antes de correr en busca de sus látigos.

-¡Pues ahora los usarán para espantarnos las moscas! -les comunicó el loro no bien los domadores los rodearon, dispuestos a encerrarlos nuevamente.

-¡Ya no vamos a trabajar en el circo! ¡Huelga general, decretada por nuestro delegado, el elefante!

-¿Qué disparate es este? ¡A las jaulas! -y los látigos silbadores ondularon amenazadoramente.

-¡Ustedes a las jaulas! -gruñeron los orangutanes. Y allí mismo se lanzaron sobre ellos y los encerraron. Pataleando furioso, el dueño del circo fue el que más resistencia opuso. Por fin, también él miraba correr el tiempo detrás de los barrotes. La gente que esa tarde se aglomeró delante las boleterías, las encontró cerradas por grandes carteles que anunciaban: CIRCO TOMADO POR LOS TRABAJADORES. HUELGA GENERAL DE ANIMALES. Entretanto, Víctor y sus compañeros trataban de adiestrar a los hombres:

-¡Caminen en cuatro patas y luego salten a través de estos aros de fuego!

-¡Mantengan el equilibrio apoyados sobre sus cabezas!

-¡No usen las manos para comer!

-¡Rebuznen! ¡Maúllen! ¡Píen! ¡Ladren! ¡Rujan!

-¡Basta por favor, basta! -gimió el dueño del circo al concluir su vuelta número doscientos alrededor de la carpa, caminando sobre las manos-. ¡Nos damos por vencidos! ¿Qué quieren?

El loro carraspeó, tosió, tomó unos sorbitos de agua y pronunció entonces el discurso que le había enseñado el elefante: -...Con que esto no, y eso tampoco, y aquello nunca más, y no es justo, y que patatín y que patatán... porque... o nos envían de regreso a nuestras selvas... o inauguramos el primer circo de hombres animalizados, para diversión de todos los gatos y perros del vecindario. He dicho. Las cámaras de televisión transmitieron un espectáculo insólito aquel fin de semana: en el aeropuerto, cada uno portando su correspondiente pasaje en los dientes (o sujeto en el pico en el caso del loro), todos los animales se ubicaron en orden frente a la puerta de embarque con destino al África. Claro que el dueño del circo tuvo que contratar dos aviones: en uno viajaban los tigres, el león, los orangutanes, la foca, el osito y el loro. El otro fue totalmente utilizado por Víctor... porque todos sabemos que un elefante ocupa mucho, mucho espacio...


Elsa Bornemann.


jueves, 7 de abril de 2011

La vaquilla de Fredonia.

Fredonia, el “gran” Pilarico a sus 15 años –que madurez- se dispone a terminar con la vida de la última vaquilla de la tarde, a la víctima le cuelgan dos pares de banderillas casi más grandes que ellas, el “maestro” en ciernes aparta los palitroques ensangrentados para que la espada no encuentre obstáculos en su “lírico” recorrido. “Gran” estocada y la vaquilla de Fredonia se rebrinca -perdón- “danza” de dolor pero no se cae, camina “lenta y garbosamente”  en busca de una salida del escenario de su “artístico” suplicio y su diminuta figura le permite colarse por uno de los huecos hacia el callejón de la plaza.
Media vuelta en redondel, y la vaquilla de Fredonia se desploma, risas y aplausos en el tendido acompañan la exótica trama final de esta “obra maestra de las artes contemporáneas”, la puntilla remata a la vaquilla de Fredonia, mientras el “maestro” recoge sus instrumentos de infligir “arte puro”.
Al abandonar el ruedo de la muerte –perdón- “el tablado cultural”, el gran Pilarico ve como de las entrañas de la vaquilla de Fredonia es extraído un feto. ¿Qué?, si, un feto, ¿de verdad? Si, amable lector, está bien escrito, ¡un feto! Ole, que “arte” tienes chaval, mataste a dos y encima te aplauden, ¡Qué horror! –Perdón- ¡Que arte!
Con ganas de vomitar su “arte”, el gran Pilarico se pregunta, -Dios mío ¿qué hice? No más, se acabó.  Pero una palmadita de su representante en la espalda y la frase de cajón que corrompe a menores equivocados, “No pasa nada, gajes del oficio, vas a ser una figura del toreo”, seducen al insensible Pilarico para continuar con su criminal trayectoria.
Afortunadamente tres años después, Dios se apiada de ese pobre ignorante, Terciopelo lo saca de las tinieblas y lo pone a trabajar en el camino del bien.
Los aficionados a la tortura desconocen que en el largo trasegar del espíritu humano toda la maldad se paga, nadie escapa a la ley de causa y efecto, o aprenden por la razón o necesariamente lo harán por el dolor.
Esa vaquilla y su becerro cobardemente asesinado en el vientre, me persiguen en pesadillas nocturnas recordándome que debo trabajar sin descanso para que el hombre deje de masacrar sin piedad a los animales.

Alvaro Múnera.
(ex torero)



miércoles, 6 de abril de 2011

Una hermosa historia sobre libertad.


Este video trata sobre la liberación de un mono de un laboratorio. A diferencia de otros videos sobre este mismo tema; este no tiene imágenes TAN impresionables, por lo que cualquier persona lo puede ver. 
Este video tiene que ser visto, visto y difundido...esto se tiene que conocer; los experimentos con animales, además de terriblemente crueles, son totalmente inútiles. Tenemos que frenar esto. La forma más directa de hacerlo es no consumir/comprar productos que prueban sobre animales, sino estamos siendo parte de esta masacre. 
ESTO ES UN HOLOCAUSTO...Y NOSOTROS LO ESTAMOS FINANCIANDO...

Difundir este video es crear conciencia


BASTA YA !!!